marzo 06, 2006

una epísotola que no me pertenece



Bruce Chatwin escribió en "Patagonia", que quienes deambulan por el desierto descubren en sí mismos una serenidad primigenia que es la misma que conoce el salvaje más simple. Nada más lejos de la realidad, pero esa sensación no es única del desierto, otros lugares también conceden a los visitantes la sensación de serenidad y tranquilidad. Lejos de la tierra en la que me ha tocado vivir -esta especie de manicomio parecido más a la unidad mental de la neurosis obsesiva- logré encontrar los sentimientos que había perdido hacía un tiempo y que volví a encontrar sin siquiera buscar. La terraformación a la que me refiero es tal cual la describe su nombre: la terraformación de la "Karta ajena" (también podría llamarse Karta-ajenjo e igual la seguiría descibiendo). Y es que esa terraformación es una misiva en la cual no se pertenece. Nunca la logras ver como algo propio, es un objeto que te envían y que (a pesar de tener tu nombre en el remitente) nunca posees. En esta terraformación ocurre algo muy particular que ya antes me habían advertido, hay un mar cambiante y dos lunas y dos soles uno real y uno reflejado. Algunos que creen en el mundo platónico de las ideas (o han leido con detenimiento una epísotola de san pedro, "mundo visto a través de un vidrio opaco") se han lanzado como locos por obtener un trozo de astro y han muerto, ahogados, en el intento. Aunque si lo piensan bien el mar también es un desierto, porque ¿qué describe a un desierto?: la soledad, el vacio, la completud del fondo. En "Karta-ajena" el desierto se transforma y el horrorum-vacum se convierte en una especie de Verum borom en la cual aún es posible asirse. Terraformación de extranjeros, siempre exranjeros porque nunca se logra obtener la carta, porque la misiva nunca fue enviada, o si la epístola es enviada, no posee sino palabras que ya conocías y que no te sorprenden por lo obvias. Ahora lo trecuerdas, alguna vez en la vida te ataste un nudo al dedo para recordar que debías olvidar la profundidad del horizonte, pero ese nudo se deshzo con la sal, y salió volando al viento... es posible que haya trpezazdo con un bosque de cáctus en el mar.
Amleth, Horwendil.
nota personal: el tono nostálgico encontrado en el diario de Howendil nos revela la fuerte impresion que la terraformación hizo en el viajero constante. Dado el espacio no podemos transcribir la totalidad del diario de viaje de Horwendil, pero nuestro traductor-paleógrafo Cide Hamete Benengeli (conocido por otros trabajos), está traduciendo y escogiendo los más importantes.

1 Comments:

  • At 3:35 p. m., Blogger Rodrigo Bastidas said…

    es lo interesante del asunto... que no se puede encontrar. al ser ajena.. presenta esa especie de delicia histérica que es querer intensamente lo que no es nuestro... el jenjo... lo consguen encualquier parte (de europa) y la carta...no es sino que la escriba usted

     

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